
El vino es la bebida de los Dioses por excelencia. Y la del verano, añadimos. Mientras que durante el frío invierno apetecen bebidas calientes y densas, con la llegada del buen tiempo nuestros sentidos se abren hacía las bebidas refrescantes, ligeras, las que desprenden alegría y buen humor. Y ahí es donde entran en juego los vinos blancos y rosados. Porque no nos imaginamos una puesta de sol en la playa sin una copita de vino ni un buen arroz marinero acompañado de otra bebida.
Dejando atrás viejos complejos, estos vinos tienen cada vez más adeptos. Los vinos blancos no tienen porqué ser vinos poco gastronómicos, ni los rosados poco complejos, al contrario. Vinos potentes, expresivos y con cuerpo, donde el protagonismo recae en las los aromas y en la presencia de notas frutales y florales.
En Torelló elaboramos cinco vinos blancos y dos vinos rosados distintos. Todos ellos mantienen el sello identificativo de “la casa”: nervio, intensidad y viveza, siendo totalmente distintos entre ellos. Desde el Blanc Tranquille, que es un blanco joven, ligero y fácil de beber, hasta el Gran Crisalys, un vino con volumen, complejo, con crianza en barrica.
Elaboramos vinos a partir de variedades autóctonas del Penedès, como la macabeo, la xarel·lo o la garnacha, y también con variedades internacionales, como la merlot o la chardonnay. Un vino para cada persona y para cada momento, pero todos ellos para acompañar con el buen tiempo.